Nos lo han dicho muchas veces: “No tomar desayuno engorda”. Sin embargo, un grupo de investigadores del Imperial College de Londres querí...
Nos lo han dicho muchas veces: “No tomar desayuno engorda”. Sin embargo, un grupo de investigadores del Imperial College de Londres quería llegar más allá y descubrir qué ocurre en el cerebro cuando uno se salta esta comida. Tras trabajar con escáneres cerebrales, estos concluyeron que el ayuno provoca que, horas más tarde, los alimentos grasos y ricos en calorías sean percibidos como más atractivos.
Asimismo, cuando uno no desayuna, termina comiendo más durante el almuerzo e ingiriendo un promedio de 20% más calorías, indica también la investigación. “Tanto en los escáneres de los participantes como en nuestras observaciones de cuánto comieron en el almuerzo, encontramos amplia evidencia de que el ayuno hace a la gente más hambrienta”, indicó el líder del estudio, Tonu Goldstone, según informó BBC Mundo.
La investigación duró dos días. En el primero los participantes no desayunaron, a diferencia del segundo. Luego, se les mostró una serie de fotografías de alimentos ricos en calorías y también de alimentos considerados saludables y nutritivos. Mientras tanto eran monitoreados por un escáner de imágenes de resonancia magnética funcional. Más tarde, los voluntarios asistían a un almuerzo buffet en el que podían comer todo lo que desearan.
Asimismo, cuando uno no desayuna, termina comiendo más durante el almuerzo e ingiriendo un promedio de 20% más calorías, indica también la investigación. “Tanto en los escáneres de los participantes como en nuestras observaciones de cuánto comieron en el almuerzo, encontramos amplia evidencia de que el ayuno hace a la gente más hambrienta”, indicó el líder del estudio, Tonu Goldstone, según informó BBC Mundo.
La investigación duró dos días. En el primero los participantes no desayunaron, a diferencia del segundo. Luego, se les mostró una serie de fotografías de alimentos ricos en calorías y también de alimentos considerados saludables y nutritivos. Mientras tanto eran monitoreados por un escáner de imágenes de resonancia magnética funcional. Más tarde, los voluntarios asistían a un almuerzo buffet en el que podían comer todo lo que desearan.
